La Tecnología en la Educación como Herramienta 2

Los tres puntos en común de las soluciones tecnológicas diseñadas para la educación

 

Modularidad

Hasta ahora, todos los alumnos han seguido un mismo ritmo en el aula: el dictado por el docente. No obstante, esta metodología puede llegar a generar diferentes dificultades en alumnos con necesidades y/o capacidades especiales (véase la frustración, la indiferencia, el desinterés, etc.). En cambio, con la llegada de la tecnología a las escuelas y su cambio metodológico, el ritmo pasa a ser marcado por el propio alumno, eliminando así parte de esa posible frustración y aumentando el porcentaje de contenidos y aptitudes desarrolladas o a desarrollarse.

Control total

La seguridad y la monitorización del alumno es uno de los aspectos clave en la incorporación de la tecnología en las escuelas. Por ello, se ofrecen diferentes soluciones para monitorizar el uso que el alumno hace de estas herramientas.

Simplicidad

A pesar de la formación impartida a los profesores, la sencillez e intuitividad en el uso es una característica esencial para el triunfo de la tecnología en las escuelas. Un software complejo limita y dificulta el uso de la tecnología en las escuelas, provocando rechazo a las nuevas metodologías y fracasando en esta progresiva transición.

«La memoria debe dejar de ser el eje central del sistema educativo (la memorisación). Con la llegada de la tecnología a las aulas, se debe dar más valor a competencias más útiles como el trabajo en equipo, la flexibilidad, la síntesis o la comprensión profunda de los contenidos. El modelo educativo debe abrazar este cambio desde sus cimientos.»

Por otro lado, este cambio metodológico resulta irrelevante sin una evolución paralela de los sistemas de evaluación. El sistema clásico (calificación numérica basada en una prueba oral, práctica u escrita) es incompatible con este nuevo paradigma porque excluye otros parámetros como la participación del alumno, su autonomía en el aula, la velocidad con la que resuelve los retos planteados por el profesor, el interés en la materia, su actitud en los grupos de trabajo, el progreso con el paso del tiempo. Aptitudes que en la actualidad son de gran valor en el mercado profesional, que antes no se trabajaban, pero que resultan de vital importancia para juzgar el nivel de conocimientos de un alumno.

«No solo hay que formar a los profesores para adaptar la tecnología: los alumnos también requieren una serie de nociones básicas que les conviertan en productores de contenido y en usuarios responsables de las herramientas tecnológicas.»

 

Los retos que plantea la llegada de tecnología a las escuelas

Todas estas iniciativas y programas desarrollados por las compañías tecnológicas y las instituciones oficiales se comportan como el eje central del cambio educativo que nos espera, abriendo así un mundo lleno de posibilidades, beneficios y, por supuesto, barreras que solventar.

La formación del profesorado y, en algunos casos, la oposición al cambio, es una de las principales dificultades de esta transición. Tanto las compañías tecnológicas como los centros educativos con los que hemos contactado han insistido en la necesidad de formar a los docentes para poder afrontar este cambio de paradigma de una forma satisfactoria (son más del 50% los docentes que reclaman formación, según un informe realizado por Ipsos). Se reclama una formación a nivel técnico que permita a los profesores extraer el máximo rendimiento de las herramientas tecnológicas y también una formación a nivel metodológico.

Es este último tipo de formación el que más dificultades plantea, pues va mucho más allá de distribuir e impartir los contenidos mediante nuevas herramientas. Se trata de transformar el papel del profesor en el aula, el cual debe abandonar su rol de líder y fuente de conocimiento para convertirse simplemente en un acompañante que fomente la autonomía, la creatividad y el interés de los alumnos en la materia. El profesor debe dejar de ser el centro del aula para convertir al alumno en el epicentro del método educativo.

 

Los beneficios de la tecnología en la educación

Una vez superados todos los retos, los estudios y las investigaciones realizadas por diversas entidades reflejan un gran positivismo respecto a la incorporación de la tecnología en las escuelas y, sobre todo, al cambio metodológico asociado a estas.

Según un estudio realizado por Ipsos para Samsung España, los profesores españoles que hacen un uso regular de la tecnología en sus aulas detectan efectos positivos tanto en la creatividad como en la capacidad de razonamiento de sus pupilos. La inclusión de la tecnología les permite mejorar la competencia en habilidades, conectar aprendizajes de distintas materias y, por consiguiente, incrementar la autonomía del alumno en su propio aprendizaje.

De la misma forma, los docentes detectan un mayor interés por parte de los alumnos en las clases, las cuales se hacen más divertidas, dinámicas y por consecuencia interesantes. Además, también se observa una mayor colaboración entre los estudiantes, un mayor esfuerzo por aprender, un mejor ambiente en el aula y, sobre todo, una mayor sencillez para adquirir los conocimientos establecidos por el profesor.

«La programación, la robótica y la impresión 3D son tres de las enseñanzas más impulsadas por las compañías tecnológicas. Y es que el futuro que nos aguarda se basará, en mayor o menor medida, en estos tres pilares.»

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